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viernes, 6 de junio de 2014

MI PRIMER CALABOZO

Viernes, 6 de Junio, 2014
Publicado en FACEBOOK por Jose Luis Jimenez Sanchez
 - PLATAFORMA PARA LA DENUNCIA DE LA LEY INTEGRAL CONTRA LA VIOLENCIA DE GÉNERO
Buenas noches amigos. Os cuento mi primera experiencia en los calabozos en una carta escrita a algunos diarios, con "recoña" incluida, pa quitarle hierro al asunto, porque ya le vale a mi ex. Un saludo a todos:
MI PRIMER CALABOZO
Señor director:
Soy mal tratador, porque así lo dice mi ex, que además es abogada, y de eso sabe mucho. Pero esa historia, otro día se la mando.
Hoy les cuento, mi primera gira turística por los sótanos de la policía y de los juzgados.
Después de un año y medio sin haber sido agredido, mi ex ha penetrado, sin mi consentimiento, el perímetro de seguridad que me protege. Quinientos metros que son poco, pues kilómetros sería mejor, para mi bienestar y seguridad.
Además de ser la infractora, la muy cachonda va y se chiva y me manda un regalito en forma de poli, que vienen de mañana tempranito para que no escape su presa.
Vienen sin la orden, no lo pregunto, pero lo sé. Ser delincuente tiene sus ventajas. Me dicen que me lo cuentan de camino y seguro que al llegar al destino, me espera un caramelo. Se piensan que la poli es tonta, ¡que desfachatez!
Podía haberles despachado, convirtiendo en amigos, mi puerta y sus narices, pero yo, humilde ciudadano, y delincuente ejemplar, decido colaborar con la injusticia, como siempre debe ser.
Les acompaño a su fortaleza y una vez allí esperamos un letrado de turno, pues el mío se pasea por los juzgados (o la playa, ¡quién puede saberlo! la telefonía sin hilos ofrece múltiples ventajas).
Luego de declarar un obtuso silencio, me bajaron a las mazmorras. Curioso lugar. Me hicieron unos bonitos retratos para el recuerdo, con varias posturas, que mi belleza quede para el recuerdo. Los dedos de tinta, pero ésta vez no me los chupo y luego, a recoger una colchoneta y una manta con amplio surtido de pulgas.
Bocata de queso, no había elección. Seco como la mojama. Me hubiera sentado mejor uno de bacalao en el desierto. Agua no hay, que está muy cara. Luego al dormitorio VIP.
Compañeros de inmejorable estirpe, que me obsequiaron y refrescaron la discografía de Camarón y los Chichos. Luego de un rato cansino, yo intenté explicarles, que la música en el mundo tiene más variantes y, para demostrarlo, traté de cantarles una de Mozart, la reina de la noche, de la flauta mágica. Coloratura incluida. Casi me llovió una manta de collejas, pues sus finos y delicados oídos no aceptaban semejante ruido.
Sólo y sin amigos, regreso a mi esquina, con mis pulgas, incondicionales amigas que nunca me abandonarían. Canes de talla microscópica, pero sin ladrar.
Olor a pipí, pues algún visitante anterior tuvo quizá miedo, o fueron prisas, que no hubo tiempo.
A media tarde, termina la visita turística del lugar y nos obsequian con unos bonitos brazaletes. ¡Qué sosos! Podrían hacerlos de colorines. Bien juntitos y emparejados, nos metieron al vehículo de transporte, que por la apariencia, debió ser antes usado para portar otro tipo de ganado.
Tardamos en salir del parking, y dentro había ventanas talla mini y poco aire que circulara. Bueno para la piel, algunas toxinas salieron. Llegamos al juzgado y otra sala digna de conocer.
Al cabo de un interminable rato, llega mi salvación en forma de abogada. ¡Dios te bendiga querida! ¡Nunca te quise tanto! Más bella que nunca, pues desde el oscuro interior, más brilla todo lo de fuera.
Nos ahorramos el besuqueo, pues los barrotes no van bien para el maquillaje. Luego de debatir mis fechorías inexistentes, pues no había pruebas, pasamos a ver la jefa, que ellos llaman Jueza. Elegante y fina dama. Muy educada y respetuosa. Me preguntó por mis fechorías.
“¿Ha sido Vd. Malo?”
Preguntó la apuesta dama.
Paralelamente me llega en baja frecuencia y por un canal alternativo, un mensaje que reza:
“¡A la primera, verás como vuela mi grapadora!”
Mi supercomputador trabaja, y por trigonometría, calculo el espacio entre su mano y el objeto volador: 36,78 centímetros. Distancia segura, ¡por ahora!
Yo lo negué todo siendo parco en palabras, pues los jueces todo lo pillan. Veinte trolas cada diez palabras. Sólo el Creador semejante marca podría superar.
“¡Inocente señoría!”
Respondo yo.
¡Qué buena está la cabrona!
“¿Cómo ha dicho?”
Espetó ella con un tono que sonó atronador en mis oídos.
¡Mierda! ¡Olvidé cerrar el micro! ¿Qué le digo ahora? Mi supercomputadora de nuevo:
“Estoooo, perdone señoría, pensaba en voz alta, que antes de llegar a casa, he de pasar al Mercadona”.
Medio segundo de eternidad, mirada de cuchillo. Un litro de sudor. Deshidratación severa, por si no hubiera bastado la mojama del mediodía.
De nuevo mi supercomputador y la trigonometría: 35,9. ¡Uf! Queda margen todavía.
El primer mensaje de Su Señoría por el segundo canal me ha hecho dudar:
¿Será que está ligando? Pues he de reconocer que los años me han desactualizado en cuanto a tácticas para conseguir un exitoso apareamiento.
En mis tiempos, éste mensaje sería:
“Te espero el domingo a las seis, en la puerta del cine”.
Me lanzaría sobre ella, para demostrarle mi amor, pero sospecho que el gesto, sería mal interpretado, y los próximos diez años, el estado paga mi alquiler.
“Sea Vd. Bueno”
Fue la sentencia de aquel día.
“Si señoría”
Me dan ganas de replicarle que no, que empezaré a ser malo, a ver si se invierte mi destino ciento ochenta grados y comienza mi felicidad, largo tiempo anulada, pues miren como me va siendo bueno.
Sueltan al reo y el taxi de vuelta, lo pago yo, pues el de ida, me lo pagó el estado, gracias a Dios, que la vida sigue cara, y el estado flaquea en recursos.
Día perdido. Un puñado menos de dólares para mi niña, mi princesa, que de seguir así, Cambridge estará más lejos. Corte y confección podría gustarle a la nena, pues siempre estará ahí. Todo un ejercicio de responsabilidad por parte de la madre, que papi se aprenda el cancionero calé para legar a la niña.
A cambio, bonito paseo turístico e interesantes lugares, dignos de conocer por si se ha de volver. La comida ha de mejorar, pese a que he conocido una nueva forma de preparar bocatas, nunca antes conocida por mí. La música inmejorable. Vivaldi no suele pasar.
Lo mejor de lo mejor: Una novia jueza. Y si un día me divorcia, me regala la guillotina. Que nadie se preocupe, que la segunda entrega de éste culebrón, no me la pierdo ni yo, que promete interesante, más que eso, ¡emocionante!
El libro se lo mando desde el más allá, que aunque nos separe una asimetría irreparable según cantó una vez mi amigo Matías Vallés, pues yo, trataré con el avance de la técnica, colarles una frecuencia que atraviese la barrera, y poder así, abandonar el purgatorio, que espero me mande al cielo, pues el infierno, ya lo pasé aquí, junto a mis ex. Una abogada primero, y como no me bastó, a la segunda su señoría llamé, hasta en el dormitorio.
¡Que quede claro! La autoridad siempre gana.
Buenos días.
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