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domingo, 27 de junio de 2010

Y la víctima no había denunciado maltrato

FRANCISCO SERRANO CASTRO. PRESIDENTE PLATAFORMA CIUDADANA POR LA IGUALDAD
Año 2050, se ha logrado reducir a cero el número de personas asesinadas. Tres personas con capacidad precognitiva, los Precogs, ayudan a la Unidad policial de Precrimen a descubrir los crímenes antes de que se produzcan». Este es el argumento de la Película Minority Report, de la que podrían haber aprendido los expertos en violencia de género a la hora de reducir el número de mujeres asesinadas. Objetivo legítimo, eso sí, en un Ministerio en donde la Igualdad se mide sólo desde la Ley Universal del embudo y desde el dogma de que la ideología de género prevalezca. Una nueva era de discriminación y dominio del sexo femenino. En la película se presenta una actuación tremendamente compleja: evitar un crimen pasional. Un marido se despide amorosamente de su esposa, se pinta el cuadro de una relación familiar idílica, repentinamente regresa por haber olvidado algo y descubre que su amada le está siendo infiel, momento en el que trastornado y cegado toma unas tijeras… el crimen se evita pues se aborta la puñalada en el último momento. Nadie podía haber previsto ese desenlace sangriento, ni el asesino ni la asesinada y los Precogs sólo pueden alertar con una hora de antelación. De ahí la dificultad para la Unidad de Precrimen.
Lejos de aprender, la ciencia oficialista niega la existencia del crimen pasional, del que tampoco son ajenas las propias mujeres, aunque la distinción, desde la perspectiva de género, es evidente, pues las reacciones ante infidelidades, en el caso de ellos se consideran inexcusablemente maltrato, pues se dirigen a la mujer por el mero hecho de serlo, y en el caso de ellas se tratarían de reacciones contra un maltrato psicológico causante de estrés traumático. Para él el infierno, para ella el indulto. Mas aunque ello choque con el mensaje de que contra la violencia tolerancia cero, pues depende del sexo del que agrede, lo cierto y verdad es que en esos casos de violencia pasional, repentina e imprevisible no cabe la previa denuncia, porque, como en el caso de la película, no ha existido previa violencia. Es decir que por mucho que se denuncie a miles de inocentes que han discutido con sus parejas o contra los que se dirige el despecho, resentimiento y deseo de venganza de una relación truncada, por mucho que se violen a diario derechos fundamentales de hombres detenidos y acusados, por miedo al sectarismo mediático y en una interpretación literal de una normativa inconstitucional, por mucho que se combata el terrorismo doméstico con terrorismo institucional, por más que aboquemos a la destrucción de vidas, familias y al suicidio de muchos hombres injustamente tratados; aún con todo con ello, ni siquiera el fin justificaría los medios.
Mas por otro lado también habrían de saber esos expertos, que otras mujeres asesinadas, crónicas de muertes anunciadas, las que sienten terror, humillación y auténtica desigualdad, no se atreven a dar el paso de denunciar al canalla que las agrede, esta vez sí, por el mero hecho de ser mujeres y considerarlas personas sin derecho a respeto, libertad y capacidad de decisión. No se atreven ante la situación generalizada de abuso propiciada y que está vetado sacar a la luz pública. Ellas siguen muriendo ante la inutilidad de las medidas que sólo favorecen a sinvergüenzas, oportunistas y a los que les aconsejan serlo, con total impunidad.
La solución, por tanto, no es que se presenten más denuncias sino las debidas, junto a apuestas de políticas de igualdad en colectivos de inmigrantes en los que la mentalidad de que somos iguales, sin distinción de sexo, aún no ha cuajado, a diferencia de la sociedad civil española, que ha asimilado que la infidelidad, los punzantes cuernos, pueden ser cosa de dos, como un fenómeno doloroso bidireccional, comprensión que reduce la posibilidad de sucesos de violencia pasional. Inmigrantes que mantienen las actitudes machistas que teníamos en España hace 40 años, y que conservan vivo el concepto de que la mujer es una propiedad y de que es para mí o para nadie, con el agravante además de que esa concepción choca culturalmente con una sociedad que no entienden.
Quizás lo anterior se considere irresponsable por quienes viven en su mentira ideológica y neofascista, aunque se consideren progres. Mas sinceramente sus bilis me traen al fresco, pues comparto los principios de muchos que consideran que el hecho de llamarse progresista no se ha de confundir con el de ser imbécil.
http://www.abcdesevilla.es/20100613/opinion-columnas/victima-habia-denunciado-maltrato-201006131114.html

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