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jueves, 10 de junio de 2010

Aquí, matándonos

08.06.10 - 02:47 - LORENZO SILVA
Siete homicidios en siete días. Cinco mujeres más que caen a manos de los hombres con los que en mala hora decidieron un día compartir un pedazo de sus vidas. Un hombre apuñalado en Getafe por su compañera sentimental. Sobre él se precisa, uno no sabe si como para justificarlo, que tenía antecedentes por malos tratos. Uno supone que lo relevante, tenga el tipo los antecedentes que tuviera, es si la puñalada tiene indicios de haberse producido o no en legítima defensa, porque la pena de muerte está abolida en nuestro país, pero quizá uno está equivocado. Y por último, una anciana casi octogenaria acuchillada repetidamente en su casa de Sevilla por un jovenzuelo de 23 años que volvía a las 10 de la mañana de marcha. Drogado, dice.
Semejante acumulación de muertes violentas, extramuros de lo que puede considerarse la criminalidad más o menos profesional (en la que el homicidio puede ser gaje del oficio), da que pensar y algunos intentan explicarlo. Sobre todo la parte más incómoda para esta sociedad, por el especial bochorno y la frustración que debería producirnos a todos: lo de esas cinco mujeres muertas a manos de sus parejas o ex parejas. El responsable gubernamental lo achaca al efecto imitación y a la abyecta teoría de las denuncias falsas. Para lo primero aduce un estudio de una universidad, para lo otro no parece contar más que con su intuición. Uno supone que es un mal trago tener que dar cuenta del poco éxito de una ley penal excepcional presentada como la gran panacea, y que está aumentando la población reclusa en nuestras prisiones pero no logra reducir el número de muertes: 32 en lo que va de año. Sí, todo un apuro. Pero quizá el responsable en cuestión debería meditar antes de lanzar esas teorías sobre nexos causales cuando menos pintorescos. Lo cierto es que de esas 32 mujeres, sólo seis habían denunciado algo antes de ser asesinadas. El Gobierno las vuelve a culpar a ellas, por su pereza, y a sus familiares, por su cobardía. ¿Han pensado que no siempre hay algo previo que denunciar? ¿O que pueda haber mujeres que se piensen demasiado el paso de la denuncia por la dureza de la respuesta legal que van a desatar?
Educa a los niños y no tendrás que castigar a los hombres, se solía decir. La violencia latente en la sociedad tiene mucho que ver con la deficiente educación (sobre todo emocional) de nuestra población. Demasiados individuos (y alguna individua) no conciben otra salida a su malestar que arremeter contra el prójimo, cuya integridad vale cada día menos para los narcisistas incontrolados que proliferan entre nosotros. Frente a ello, no se nos ocurre nada más que la publicidad y, cuando ésta falla, la cárcel. La reforma de la educación, ni está, ni se la espera.
O quién sabe. Lo mismo la culpa es del calor.
http://www.diariovasco.com/v/20100608/opinion/articulos-opinion/aqui-matandonos-20100608.html

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