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viernes, 27 de junio de 2014

Recuento de un divorcio

Viernes, 27 de Junio, 2014
MÉXICO
Garro conoció a Octavio Paz en sus pasos por la Universidad y al destacar en su poesía ambos se enamoraron, pero a su vez crearon un odio que permanecería hasta el final de sus vidas.
El archivo histórico digital del Supremo Tribunal de Justicia del estado de Chihuahua guarda pocas pero importantes joyas jurisdiccionales. De una de ellas me quiero ocupar en este espacio, aunque debo aclarar que esta colaboración tiene su base en un trabajo más extenso que publiqué, hace poco tiempo, en el suplemento de la gaceta de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez. Me refiero al famoso divorcio de dos prominentes figuras de la literatura: Octavio Paz y Elena Garro.
El expediente se observa con el tono amarillento típico de los legajos sometidos al escrutinio judicial, quizá menguado por la polilla. Identificado por el número 1267 se radicó en el Juzgado Tercero de lo Civil, de Ciudad Juárez, allá por el año de 1959. Una hoja hace las veces de antesala de los autos, exponiendo en cuatro líneas manuscritas, a manera de corolario: “El juicio está terminado y se fija la pensión mensual. Se anexan las copias del acta de matrimonio y la del nacimiento de la hija. Todo es actuado por el apoderado legal Esteban Briones Martínez”.
El apoderado del escritor tenía su despacho en el segundo piso del legendario cine Reforma. Briones firmó la demanda que iniciaba el camino de la disolución de un matrimonio contraído el 25 de mayo de 1937, en la Ciudad de México. Casorio que, tal vez sin pensar en futuras desavenencias  y en pleno apogeo del amor, sujetaron al régimen de sociedad conyugal. Dos años después del enlace nacería la hija de ambos, Helenita Laura Paz Garro.
Así pues, Helenita tenía ya veinte años cuando su famoso padre decidió presentar la demanda de divorcio, bajo un proceso que se siguió, contrario a lo que muchos creen, por la vía contenciosa. Sin embargo, pese a ser la vía idónea para expresar las causales más oprobiosas, el escritor y su apoderado se comportan como unos caballeros. Eso origina, quizá, que la narración de los hechos que originan la pretensión se caracterice por su ambigüedad. De manera breve, en la narración del tercer hecho, el licenciado Briones señala que: “A últimas fechas y por múltiples razones que sería prolijo enumerar, la vida matrimonial de mi poderdante y su esposa se desenvolvió en un ambiente poco cordial que dio como resultado la separación de dichos señores. Posteriormente la demandada en unión de su hija, se trasladó a los Estados Unidos de Norteamérica, y tiene mi poderdante conocimiento de que más tarde se dirigió a Europa, aunque se ignora su actual domicilio”.
La realidad es que Paz y su abogado omiten sacar todos los trapitos al sol e invocan la, hasta la fecha, socorrida causal de incompatibilidad de caracteres. Lo hacen en grandes trazos, sin especificar algo medular en la invocación de todo motivo de divorcio: las circunstancias temporales y espaciales que generen, en el entendimiento del juzgador, la convicción de que, en efecto, la vida conyugal ya es imposible.
En la narración de un hecho posterior, Octavio Paz manifiesta que no quiere pleito con relación a la custodia de su hija, aún menor de edad para la legislación de aquel entonces. Y vierte así su consentimiento para que la pequeña Helena se quede bajo la guarda y “depósito” de su madre, pero “sin menoscabo” del ejercicio de la patria potestad. Más adelante se alude a la pensión que el talentoso poeta se compromete a entregar a las Elenas. Tres mil quinientos pesos mensuales. Como para que no quede duda de la, hasta la fecha, controvertida generosidad de Paz para con su hija y su ex esposa.
¿Y qué hay sobre los bienes adquiridos durante el matrimonio? No hay bienes, dice Paz, en pluma de su apoderado, el licenciado Briones.
El juicio entablado por el Premio Nobel siguió su curso. Elena Garro fue notificada por edictos, en el Periódico Oficial del Estado. Una página de ese viejo diario se encuentra anexada al expediente.
Elena Garro no contestó la demanda, quizá ni se enteró a tiempo de su existencia. El juez la declaró “rebelde” a petición del apoderado de Octavio. Así, la ley presumió que ella había aceptado los dichos expuestos por el poeta. Ya no había necesidad de ofrecer mayores probanzas, salvo la confesional a la que Elena, por obvias razones, no compareció, quedando confesa de los hechos controvertidos.
Siete años después, la autora de “Los Recuerdos del Porvenir” promovería un juicio de amparo en contra de la sentencia de divorcio. No prosperó. El fallo fue confirmado. En el segundo resolutivo de la resolución de amparo se puede leer: “Se sobresee el presente juicio constitucional instaurado por Elena Garro”. Ya no había vuelta de hoja. Sin embargo, dicen que la escritora murió diciendo que ella nunca se había divorciado de Octavio Paz.
http://diario.mx/Opinion/2014-06-13_c60d32c9/recuento-de-un-divorcio/

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