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jueves, 12 de julio de 2012

Marcos Giralt Torrente

Jueves, 12 de Julio, 2012
Las flechas más torcidas de CupidoEstudioso de los afectos desde la literatura, Marcos Giralt Torrente, recurre al cuento para diseccionar el sentimiento amoroso menos convencional. Su libro “El final del amor” (Páginas de Espuma), cuatro relatos de “amores desencajados”, le ha valido el II Premio de Narrativa Breve Ribera del Duero. texto BEGOÑA PIÑA foto ASÍS G. AYERBEEs escritor y amo de casa, nos dice. Dos ocupaciones que no dan, ni de lejos, para vivir desahogadamente, sobre todo la segunda. Así que, desde esa situación, a Marcos Giralt Torrente lo que más le llamaba la atención del II Premio Ribera del Duero era el cheque que acompañaba a la obra ganadora. Los 50.000 euros han ido a parar a su bolsillo, además, por supuesto, de la publicación del libro El final del amor, en la editorial Páginas de Espuma. “El cheque del premio era lo que más peso tenía para mí. Luego también está, claro, que se publicaba la obra en una editorial que me gusta mucho, que está especializada en la defensa del cuento”. Pero la buena estrella de este autor madrileño, nieto de Gonzalo Torrente Ballester, brilla todavía más. En realidad, él no escribió estos cuentos para presentarlos a ningún concurso, su intención era más bien terapéutica, necesitaba liberarse de la presión que le había creado su anterior trabajo, la novela autobiográfica Tiempo de vida. “Sobre todo, era una manera de huir de esa presión que se me puso sobre el cogote. Esto era una forma de salirme por la tangente”.
“Tiempo de vida me ha dado muchas satisfacciones personales y profesionales, pero también me dejó extenuado por la exposición personal. Para escribirla tuve que luchar contra el pudor, las vergüenzas… En ese libro no existía la máscara de la ficción. Luego, al defenderlo, tuve que seguir hablando de mí mismo y estaba harto. Necesitaba un chute de ficción. Tal vez por eso éste es mi libro menos planificado. Ni siquiera tenía en mente el tema del amor. Escribí un cuento, luego otro…”. Y, aunque el título sea El final del amor, en realidad su libro –cuatro cuentos largos– es un estudio del “amor desencajado, pero del amor”.
Ninguno de los relatos –Nos rodeaban palmeras, Cautivos, Joanna y Última gota fría– se acerca ni un poco a las historias de amor convencional. El libro es, como dice el autor, “un rechazo de las ideas comunes, de lo simple del amor romántico que nos venden y que parece el único posible, aunque sabemos que no lo es. Este libro explica el amor no perfecto, amores extraños, pero historias de amor, amores que no se disuelven, que no acaban. ¿El amor maravilloso? Ése en el que no dejan de follar todo el día y en el que siempre están enamorados y… No, también hay amor cuando hay problemas o cuando no hay deseo pero una persona no puede renunciar a otra”.
Hay amor cuando una pareja vive un momento de fatiga, de desgana, como en su primer cuento, donde el narrador no es Marcos Giralt Torrente, aunque, como su personaje, él también ha pasado “como todos, por momentos de hastío mutuo, de cansancio… Hay momentos en que tu pareja te aburre y tú a ella”. Hay amor, y amor para siempre, cuando dos personas se quieren aunque no puedan estar juntas, como en otros dos de sus relatos. Y hay, por supuesto, un primer amor, ése que se queda burlado en una especie de limbo emocional, donde nada es seguro, ni siquiera si el amor era mutuo. “Ese cuento, Joanna, es el más despegado, el que más automáticamente salió. Todos hemos tenido un primer amor y todos pensamos en la infancia y recuperamos la autenticidad de los sentimientos que luego la vida nos ha hecho perder”.
Asumir la traición, perdonar…
Lo que no tenemos todos es una imagen del amor tan minuciosamente diseccionada y, desde luego, lo que muchos no quieren tener es ese desapego hacia la imagen más convencional del amor. “Es una imagen contaminada por el cine, por la publicidad, que ha convertido el amor en algo edulcorado y lleno de lugares comunes, desde el hecho de que algunos decidan la atrocidad de que el amor sólo se da entre parejas y, además, de diferente sexo, a que se exija fidelidad o a que se piense que el amor está encaminado a reproducir… Son ideas preconcebidas que nos venden”. Y que Giralt Torrente no consume ni ha consumido nunca.
“Yo soy hijo de padres separados desde los 4 años y mi visión del amor no es idílica. Luego, mis padres no han tenido tampoco la relación perfecta. Mi padre vivió veinte años con una mujer que le jodió la vida y mi madre ha tenido varias parejas y ha terminado sola. Mis amigos también son hijos de padres separados. Sin embargo, yo llevo veinte años con mi mujer. Tengo una más que asentada y feliz relación, así que estoy tranquilo en ese territorio y eso me permite mirar con interés y con desapego”.
El final del amor es resultado de una fuerte convicción, la de que el amor perfecto no existe. “Todos guardamos un territorio insumiso, secreto incluso para nosotros. El conocimiento total del otro es difícil, incluso es inconveniente. Por eso, el amor es casi una lucha imposible, porque exige una comunión absoluta entre seres (no tienen que ser sólo dos, eso también es muy convencional) que entraña conocerse mutuamente, y eso es imposible. Para el amor, hay que asumir que no se puede conocer al otro, también hay que asumir la traición y hay que saber perdonar”.
Lo contrario conduciría a un libro diferente, a un libro no sobre el amor y sus posibilidades, sino sobre el desamor. Desamor que aparece “por no aceptar al otro como es”, afirma el escritor. “Tengo una amiga que tiene un hermano que se ha separado. Es un tipo encantador, borrachín… y su mujer se enamoró de él porque era así, pero cuando estaba casada ya no le hacía tanta gracia. También hay conflictos amorosos por no querer darnos cuenta de que una historia de amor debe evolucionar y crecer con las personas. Empeñarse en que siempre sea igual es una lucha perdida que puede generar frustración”.
La verdad es que Marcos Giralt Torrente tiene una historia casi terminada, que sería continuación de las cuatro anteriores, y que sí es un relato de desamor. Pero la fecha límite de entrega de manuscritos para el premio se acercaba y para éste se exigía un número de páginas que él ya había cubierto, de modo que ese cuento quedó fuera. “Con ese cuento el libro funcionaría de otra manera. Sería otro libro”.
http://www.que-leer.com/15090/marcos-giralt-torrente.html

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