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lunes, 9 de julio de 2012

Maltrato al hombre, cuestión de orgullo

Lunes, 9 de Julio, 2012
Andrés relata cómo su ex novia pasó de las agresiones verbales a las físicas, que ella le manejaba hasta las tarjetas de crédito y le prohibió hablar con sus amigos. El DIF de Puebla informa que hay muy pocas denuncias.
Andrés, un tipo con un cuerpo similar al de un jugador de futbol americano, que intimida a cualquiera, admitió frente a sus amigos de la infancia haber sido maltratado por su ex novia durante más de tres años. La sorpresa fue mayor al escuchar las confesiones de ellos con problemas similares, aunque sin cicatrices en pecho y brazos. Desde 2008, cuando Andrés reveló aquella etapa de su vida, asegura tener un peso menos, considerado que aquella situación fue más un problema de ego y orgullo que de violencia física.
Detalla que en la universidad era considerado por sus amigos como un tipo exitoso, y que él se sentía como tal, tenía un auto de lujo, obsequio de sus padres por haber concluido la preparatoria, siempre tuvo suerte con las mujeres y su estatus económico que le permitía salir de viaje al extranjero cada temporada vacacional; además tenía buenas calificaciones.
Pese a ello, el vivir alejado de su familia por cuestiones académicas le generó soledad, hasta que conoció a Jaz, como la nombró, originaría de la misma ciudad que él, Oaxaca, con quien tuvo una relación de tres años, hasta que ambos se agredieron con tanta violencia que no supieron de quien era la sangre con la que estaban manchados.
Casos como el de Andrés se suman a las listas de hombres maltratados psicológica, física, económica, social y sexualmente por sus parejas.
Durante 2011, el área de Prevención y Atención al Maltrato del DIF en Puebla recibió 2 mil 155 reportes de maltrato, 43 correspondieron a hombres de 18 a 58 años de edad, donde el principal agresor eran la esposa o su suegra; en tanto, en el DIF municipal atendió a 17 hombres; en lo que va de 2012 se han registrado 276 casos, siendo 34 hombres afectados.
Ningún caso ha llegado a la agencia del Ministerio Público, según reportes de la Procuraduría General de Justicia del Estado, ya que tanto el DIF estatal como municipal coincidieron en que el problema se trata con terapia psicológica y de integración familiar.
La familia influye
La información de maltrato hacía hombres que tiene el DIF de Puebla corresponde a reportes que los propios familiares realizan.
El titular de las Clínicas de Prevención y Atención al Maltrato, Luis Mariano Galindo Jiménez, señaló que los casos llegan por personas distintas a los agraviados (madres, hermanas, tías o primas), ya que los hombres no lo hacen por temor a ser señalados por la sociedad.
“En general son hombres con actitudes pasivas que se dejan influenciar por su madre o suegra, pero su idea de macho les impide afrontar el problema”.
Detalló que cuando a la dependencia llega un tema relacionado con maltrato hacía mujeres, niños, hombres o adultos mayores, se integra el expediente y se cita a las partes para hacer el diagnóstico, “siempre y cuando no haya signos evidentes de maltrato, hacemos la labor de acompañamiento con abogados y psicólogos, por qué aún se puede atender la situación, si llega con huellas turnamos el caso al Ministerio Público”.
El DIF estatal asegura que el rango de edad de los maltratados va de los 18 a los 57 años.
Galindo Jiménez refirió que el estatus económico en violencia a hombres es medio alto, y aseguró que el maltrato hacia hombres no se refiere sólo a la pareja, sino al aspecto académico y social, esto que da inicio en la adolescencia.
El temor a estar solo
Andrés explicó que no tenía interés de involucrarse con Jaz, hasta que de una amistad pasaron a cuestiones sexuales, en las que aseguró que la principal motivación era la disposición de ambos para tener encuentros a cualquier hora y lugar, lo que poco a
poco limitó su rendimiento académico, su relación familiar a distancia y el contacto con sus amigos.
“Al principio me gustaba estar con ella, nos hicimos novios tres o cuatro meses después de nuestra primera relación sexual, se metió de lleno en mi vida, hasta que llegó un momento en el que me fue imposible sacarla y tampoco quise hacerlo, la pasaba bien, siempre se preocupaba por mí, era atenta, me llamaba constantemente, cocinaba muy bien, en algunas ocasiones llegó a limpiar mi habitación, lavar mi ropa y hasta se llevaba con mi mamá”.
Con el paso de los meses, dice, su relación se modificó, ella tomó las riendas de todo y las llamadas constantes se volvieron rutina, los mensajes de celular eran cada 5 o 10 minutos y la preocupación, una especie de obsesión, ella llegó a influir en su vida y en sus decisiones, hasta que las estancias en su departamento se prolongaron y se quedó a vivir con él.
“Le compré todo lo necesario, desde artículos personales hasta ropa, ella escogía lo que quería, me gustaba que dijera que yo la consentía, pero de ser ocasional lo convirtió en una obligación”.
Después se dio cuenta que sus amigos no se alejaron por él, sino por ella, quien tampoco le permitía salir con ellos, decía que eran una mala influencia porque eran parranderos y mujeriegos. “Yo quise cambiar mi ritmo de vida, afirma Andrés, algo más tranquilo, por eso puse distancia con ellos”.
Agresividad esporádica
La primera agresión física fue cuando Andrés recibió la llamada de una compañeras de la universidad y su novia estaba ahí. Al escuchar que hablaba con una mujer, le arrebató el teléfono para vociferar insultos y lo estrelló en la pared. “Me sorprendió y me molesté, después de eso me abrazó y se puso a llorar, diciendo que no la valoraba y me preguntó si tenía interés en alguien más”.
Después de ese momento la agresividad fue constante, un día le arrojó un florero y le arañó los brazos, “sentí mucha impotencia, no podía hacer nada, ella tenía el control de mi casa y del auto, en algún momento llegó a tener hasta mis tarjetas, bajo el argumento de que ella podía administrar mejor lo que mis padres me depositaban”.
Con una cara de asombro Andrés, hizo muecas y con unos ademanes torpes, mencionó que ese fue el principio de las agresiones físicas, que cada vez se hicieron más comunes y en situaciones de desventaja para él, “una vez me pegó con una escoba cuando estaba en la regadera, simulaba no estar molesta para que cuando yo estuviera desprevenido me diera algún pellizco, rasguño o mordida”.
Andrés se dio cuenta de que las cosas ya no iban bien y en más de una ocasión intentó concluir la relación, pero ella lo amenazaba con denunciarlo a la policía de violación, “nunca le hice nada malo pero me daba miedo que me acusara de lo que fuera”.
El machismo, un problema
La jefa de prevención a la violencia del DIF municipal, Claudia Patricia Chapa Garza, comentó que el principal problema al que se enfrentan los hombres para asumir que son violentados es el machismo, es más difícil que acepte ayuda por temor a sufrir burla y ver afectada su masculinidad.
La funcionaria dijo que algunos casos de mujeres agredidas se determina que ellas son causantes de la violencia, “a lo mejor sólo es un empujón que corresponde a una acción de violencia previa”, explicó que de los 34 casos que van en el años, en seis los hombres son generadores, en cinco son receptores y en el resto la violencia es de ambas partes, “cruzada”.
http://www.milenio.com/cdb/doc/noticias2011/ac7c316211feb4d36a82a1fee055fea9

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