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domingo, 5 de febrero de 2012

EU: el drama de las familias separadas

Domingo 05 de febrero de 2012
Un manifestante contrario a las deportaciones organiza una “sentada”, en reclamo de una reforma migratoria justa e integral
En los últimos años, la participación de las mujeres en el mundo laboral ha crecido exponencialmente, pero las tareas hogareñas y de cuidado de niños y personas mayores siguen siendo una responsabilidad atribuida con exclusividad a ellas.
Esto les repercute en sus posibilidades de autonomía y de desarrollar una carrera profesional. En muchos casos también implica que se vean sobrecargadas, lo que se traduce en una disminución de la calidad del cuidado que reciben quienes lo necesitan.
De acuerdo al estudio del Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA) “De eso no se habla: El cuidado en la agenda pública”, en 76% de los casos las madres son quienes se encargan de cuidar a los niños, mientras sólo en 22% de los hogares los padres participan de la tarea.
También se observan situaciones en las que otros familiares se abocan a esta labor, pero mayoritariamente se trata de abuelas. En cambio, el resto de las familias recurren a personal contratado para que acompañe a los chicos.
“Si bien se observa que los hombres están haciendo más tareas hogareñas, no se trata de una inserción fuerte. Varios cocinan, pero rara vez limpian o planchan, y no se hacen cargo de sus padres”, señaló Laura Pautassi, socia e investigadora del ELA. 
El estudio de opinión subraya que en las últimas tres décadas, los papás se han involucrado en tareas como llevar a los hijos a la escuela, de paseo o al médico, pero siguen evitando las labores domésticas. Es decir, con respecto a esto, se sostiene la división del espacio público como el ámbito masculino y el privado como el femenino.
“Se mantiene la asignación de la responsabilidad de las tareas domésticas a las mujeres, al punto que los hombres que realizan estos quehaceres aparecen como que ayudan o colaboran”, coincidió Karina Ferraris, a cargo de la cátedra Diversidad, Inclusión y Perspectiva de Género de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNCuyo. “Las mujeres hemos salido al espacio público, pero con la casa a cuestas”, sintetiza.

¿Igualdad de oportunidades?
Silvia S. y su esposo acordaron que ella dejara de trabajar en relación de dependencia para ayudarlo a él en su negocio y que de esta manera tuviera más tiempo para encargarse del cuidado de los hijos.
Ahora, que están divorciados, ella no logra conseguir trabajo y considera que le juega en contra el hecho de ser mamá sola y de haber estado varios años fuera del mercado laboral. Aunque en el acuerdo de divorcio está fijado que él le debe pasar dinero a ella mientras no consiga un empleo, esto le genera dependencia de su ex pareja.
Algunas mujeres eligen dedicarse a sus hijos en los primeros años de vida u optan por trabajos con menor carga horaria para poder abocarse al cuidado de los pequeños. “Hay pautas culturales que llevan a que muchas privilegien el proyecto familiar en detrimento del personal”, indica Alicia Prada, titular de la Dirección de Mujeres, Género y Diversidad de la provincia.
Pero también hay un hecho que en muchos casos favorece esta elección: escasean los espacios de contención para los niños entre los 45 días, cuando las mamás retoman su actividad laboral, y los cinco años, cuando los chicos ingresan en la escuela.
Aquí se observan diferencias marcadas entre los sectores con mayor poder económico, que pueden pagar un jardín maternal o contratar a una persona que cuide a los niños en el hogar, y quienes no pueden afrontar ese gasto y deben recurrir a familiares (en general las abuelas). Y si bien en los barrios más vulnerables funcionan jardines estatales o comunitarios, suelen estar desbordados.

Estereotipos

Existe la creencia extendida -y errónea- de que las mujeres están naturalmente mejor dotadas para llevar adelante estas tareas de cuidado, en sus roles de madres y/o abuelas” y de que ellas (y no así los varones) “son portadoras de ese saber y de ciertas habilidades vinculadas al cuidado que han adquirido de manera natural y no socialmente”, plantean las investigadoras.
Karina Ferraris indica que esta asignación de responsabilidades no es natural, sino cultural, y que se construye a partir del lenguaje y desde el proceso de socialización temprana. “A los nenes les regalan pelotas de fútbol y autitos, y a las nenas bebotes y juegos de limpieza y de cocina”, destaca.
En el mundo laboral, estos estereotipos se manifiestan sobre todo de dos modos. Por un lado, apunta Ferraris, hay una escasa presencia de mujeres en las posiciones más altas, mientras sí se observa una mayor proporción de ellas -en comparación con los varones- en los puestos más bajos.
   Y por el otro, en la elección de las chicas de carreras relacionadas con el cuidado, como docencia o enfermería.
Asimismo, muchos empleadores argumentan que no quieren contratar mujeres porque pueden quedar embarazadas o faltan repetidamente cuando los niños se enferman.
Pero la titular de la cátedra Diversidad, Inclusión y Perspectiva de Género subraya que un estudio de la OIT (Organización Internacional del Trabajo) mostró que si bien ellas se toman días por tareas asociadas al cuidado de la familia, ellos tienen la tendencia a asumir más riesgos, por lo que sufren accidentes y se enferman con mayor frecuencia.
En términos económicos, lo que ocurre es que no se les asigna valor a las labores de cuidado, demandan tiempo y atención por parte del cuidador; y, de no dedicarse a ellas un integrante de la familia, se debería contratar a alguien o pagar a una institución. 
Se llega al punto, subraya Ferraris, de que en el mundo dos terceras partes de las tareas en general son realizadas por mujeres, pero sólo 1% de la propiedad privada está en sus manos. Y hasta se puede destacar, pese a la obviedad, que si no hubiera madres, desaparecería la humanidad.

Crisis de cuidado
El estudio del ELA no sólo apunta al cuidado de niños y niñas, sino también de adultos mayores -el incremento de la esperanza de vida trae aparejado el aumento de enfermedades crónicas- y de personas con discapacidad.
   Y dado que estas tareas siguen recayendo sobre la mujer, al tiempo que sale a trabajar, se llega a lo que se denomina la crisis de cuidado, que tiene que ver con el agotamiento y la dificultad para también cuidarse a sí misma por parte de la cuidadora, y que repercute en el derecho de quienes lo necesitan a ser cuidados.
La pregunta lógica es cómo se pueden producir cambios en estos patrones culturales. Las consultadas coinciden en que se debe trabajar desde diversos ámbitos: el estatal, el empresarial, el gremial, el social (las organizaciones civiles). 
Algunos avances implicarían que existan más jardines maternales, donde acepten niños desde los 45 días, como también espacios donde cuiden a los adultos mayores y personas con discapacidad, a los que puedan recurrir las familias de medios o bajos recursos.
Laura Pautassi subraya que se deben erradicar los prejuicios que la misma legislación favorece, como la ley 11.317 que establece que las empresas deben instalar salas maternales, o entregar el monto equivalente, cuando tienen 50 ó más trabajadoras.
Además de no estar reglamentada, por lo que no se cumple, subyace la idea de que la mujer es la que cuida a los niños, ya que se refiere a empleadas.
Algo similar ocurre con las licencias por nacimiento: la madre tiene 3 meses, mientras el padre 2 días, que se pensaron para que el hombre pueda ir a inscribir al bebé y hacer trámites (nuevamente el espacio público). Los papás no tienen la posibilidad además de acceder a un tiempo más sin goce de haberes.
Alicia Prada destacó que las licencias parentales, tanto por nacimiento como por cuidado, son un tema que ya se está discutiendo en el Estado y los sindicatos, por lo que es de esperar que pronto se avance sobre esta posibilidad.
http://www.losandes.com.ar/notas/2012/2/5/papas-participan-cuidado-hijos-622396.asp

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