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jueves, 29 de septiembre de 2011

El regreso… al padre

Jueves 29 de Septiembre

“Supongo que mi padre es el protagonista de los recuerdos más viscerales y más lúcidos de los que tengo recuerdo”, confiesa Hernán Jiménez en una entrevista. También es el de su cine.
En sus cortometrajesLas ganas (2007) yUna tarde cualquiera (2008), los protagonistas –un niño de 6 años y Camila, una colegiala– son hijos de padres divorciados.
EnLas ganas, el niño ilusionado se prepara para la salida dominical. El ritual del despertar se realiza con una entusiasta alegría. La espera se alarga mientras el niño otea la calle vacía. El padre llama para cancelar la cita, pero la madre, con lágrimas en los ojos, no se atreve a decepcionarlo.
Una escena similar se presenta en su reciente largometrajeEl regreso (2011). Pero esta vez Inti, también de 6 años, entiende lo que sucede, se enfurece y culpa a la madre de la ausencia paterna.
La ansiedad del niño deLas ganas, se reitera enCamila, que tras más de una década de no ver a su padre, se cita con él en un café… una tarde cualquiera. El hombre, tiene otra familia en otro país. La chica le prepara un regalo: una foto de ambos cuando ella era una niña. Al final, se cuelga del padre en un abrazo eterno y efímero.
“El conflicto de la ausencia paterna y la incomunicación, es el tema principal del filme”.
Próxima semana
Anacristina Rossi
La sencillez y sutilidad de estos cortos hacen más eficaz el enorme abismo de la ausencia.
En su primer largometrajeA ojos cerrados (2008), Delia, la joven ejecutiva, vive con sus abuelos. Sabemos poco o nada de sus padres. Pero ya enEl regreso, el conflicto de la ausencia paterna y la incomunicación, se convierte en el tema principal del filme.
Antonio, el protagonista, un joven escritor de 30 años, regresa de Nueva York ante la solicitud de su padre, quien está enfermo terminal.
Desde el primer momento, Antonio lo rechaza y quiere devolverse. Pero el filme es justamente el regreso, no tanto a su ciudad y su casa, sino a enfrentarse con ese fantasma paterno.
El joven por fin logra decirle lo que durante años ha reprimido: que lo odia. De nuevo un abrazo sella ese amor inaprensible entre padre e hijo.
http://www.elfinancierocr.com/ef_archivo/2011/octubre/02/estilos2893507.html

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