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miércoles, 31 de agosto de 2011

«Sólo quiero que me devuelvan a mi nieto»

23.06.10 - BEATRIZ LLEDÓ | VALENCIA
- La abuela del menor se hacía cargo de él desde que nació porque su hija padece trastorno bipolar y no se ocupa del pequeño
- Una valenciana lucha por recuperar la custodia del niño, al que no ve desde mayo
Emilia Mora, abuela del menor de tres años, ayer, en su casa de Quart de Poblet
Hacía frío así que le puso otro pijama encima del que ya llevaba. Y el niño se durmió agarrado a Epi y a Spiderman, sus peluches favoritos. Emilia lo miró con ternura y pena. Y le hizo una foto. De algún modo, intuía lo que se le avecinaba. Aquella noche, la del pasado 28 de febrero, sería la última que tendría a su nieto, Guillermo, en la cuna junto a ella. Al día siguiente, esta valenciana tuvo que entregar al pequeño a los servicios sociales después de que le retiraran la custodia. Hace un mes que ni siquiera puede visitarlo.
«Vas a ir a un cole nuevo», le dijo antes de soltarle la mano para dejarlo en un centro de acogida. «Pero a mí me gusta en el que estaba», replicó Guillermo, que en agosto cumplirá tres años. Los ojos claros de ambos se inundaron de lágrimas.
Emilia ha cuidado del niño casi desde que nació. Su hija, Emi, sufre trastorno bipolar y se ha desentendido de él desde el principio. El padre de Guillermo falleció. Por eso le concedieron el cuidado a la abuela. Lo crió en su casa de Quart de Poblet. «De un día para otro me llega una carta de los servicios sociales diciéndome que tengo que darles a mi nieto. Es verdad que su madre está mal, pero tiene mucha familia. Nadie va a cuidarlo mejor que yo. Sólo quiero que me lo devuelvan», defiende sin dejar de mirar una fotografía de Guillermo.
Atrás han quedado los cuentos que le leía, las tardes en el parque y el escondite, el juego preferido del menor. Todos esos momentos han pasado a ser recuerdos. Y sin previo aviso. Desde que el 1 de marzo tuvo que separarse de él, Emilia sólo podía visitarlo los miércoles por la tarde. De seis a siete.
«Se agarraba a mí y me reprochaba que no fuera a su encuentro cuando me llamaba. También me dijo que lloraba por las noches. Le dije que le diera un beso a la almohada para mí que yo también se lo daría para él. Soy fuerte pero eso es muy duro», reconoce.
Lo peor aún estaba por llegar. El 5 de mayo fue el último día que pudo verlo. A partir de ese momento se interrumpieron las visitas. Ni siquiera tuvo la oportunidad de darle un beso de despedida. Ahí comenzó su lucha por recuperar a Guillermo. «He ido a muchísimos sitios. He recogido más de 500 firmas. La gente que nos conoce tampoco entiende por qué me han robado a mi nieto», lamenta.
Sigue sin comprender por qué se lo han arrebatado. «Por su avanzada edad y por falta en la experiencia en la crianza», alega un informe de los servicios sociales. Emilia tira por tierra esos argumentos. «Soy una mujer activa y no padezco ninguna enfermedad. Además, he cuidado de mis cinco hijos, de varios sobrinos y de mis nietos», afirma.
El abogado de esta valenciana, Enrique Vila, explica que las visitas se suspendieron «porque ha comenzado un proceso de preadopción que puede alargarse cinco años». Lo que el letrado valenciano trata de demostrar es que Guillermo tiene una familia biológica extensa. «Incluso uno de mis hijos, que es soltero y fisioterapeuta, pidió la tutela», matiza Emilia.
«No estamos criticando a Bienestar Social. El acogimiento es necesario en la mayoría de los casos. Pero hay situaciones puntuales como esta, que tienen que estudiarse a fondo. Es una aberración que se separe así al niño de su familia», asegura Vila.
La sombra de lo ocurrido hace sólo unas semanas en Barcelona aterra a Emilia. El 8 de junio un juez condenó a la Generalitat Catalana a indemnizar a una pareja toxicómana con 980.000 euros por haberles alejado de su hijo, que fue dado en adopción sin tener en cuenta la evolución positiva de los padres.
«No quiero que acaben dándome dinero porque de aquí unos años se den cuenta de que se han equivocado, sólo recuperar a mi nieto. Me da miedo que se olvide de mí. Daría lo que fuera por verlo», sentencia Emilia.
Desde el mes pasado, escribe un diario dirigiéndose a Guillermo. «Sin más unos señores han decidido que se te llevaran. Ahora no sé nada de ti. Te quiero muchísimo mi querido nieto. Un millón de besos como a ti te gustaban», concluye la última carta que ha redactado pensando en él.

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