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lunes, 22 de marzo de 2010

Cuidado con los niños que tiran petardos

Alfred Tennyson:"Nada de lo que vale la pena probar puede ser probado ni tampoco refutado".

Lunes, 22 de marzo de 2010, Rafael Prats Rivelles

Cada vez me siento más desprotegido. La sociedad está llena de lobos y quienes deberían ejercer una actitud protectora con frecuencia actúan de forma contraria. Ayer se difundió una noticia por la que el Tribunal Supremo condena a los padres de un niño que se lesionó jugando con petardos.
La historia viene de septiembre de 2001 y tuvo lugar en las fiestas de Burguillos, localidad de unos dos mil habitantes, a doce kilómetros de Toledo. El protagonista es Adrián, niño de once años, que hoy ya estará por los veinte. Cuentan que no tenía edad para comprar petardos, pero se los facilitó el padre de un amigo. La suerte, la mala suerte, quiso que un petardo le explotara en la mano y que prendiera fuego otros que guardaba en el bolsillo, quemándole las ropas y ocasionándole lesiones.
Los padres de la criatura denunciaron los hechos y la Audiencia Provincial de Toledo declaró culpable a la persona mayor que le facilitó el material pirotécnico, condenándola a pagar 211.563 euros a Adrián. Sin embargo, ahora, el Supremo considera que los padres también son culpables. Son culpables en un cuarenta por ciento. El sesenta es cosa de quien facilitó la mercancía.
Me asusta, y mucho, la noticia. Me hace sentirme desprotegido una vez más. Primero, porque la persona mayor que dio los petardos a Adrián es un policía y, con esta actuación, no puso precisamente en práctica su ejercicio protector. Y segundo, porque el Supremo considera que los padres hicieron dejación de sus funciones de guarda y custodia del menor.
En estos tiempos en que la educación de los hijos es tan complicada, los padres no podemos contar con la ayuda de los tribunales. Si le pego un cachete a mi hijo, me pueden castigar: hay jurisprudencia al respecto. Si le dejo salir con unos amigos en las fiestas del pueblo, hago dejación de deberes. ¿Qué quieren, que tengamos a nuestros hijos encerrados en casa, mientras sus amigos se van de fiesta? ¿Qué quieren que los hagamos raritos? Desgraciadamente la sociedad está como está y un padre de familia se ve impotente para impedir todos los peligros que acechan a los hijos.
Hace poco leí una frase de Alfred Tennyson -poeta inglés postromántico, el de La Princesa e In Memoriam- que me dejó helado: "Nada de lo que vale la pena probar puede ser probado ni tampoco refutado". Menos mal que, a continuación, daba una alternativa: "Por lo tanto sé sabio: aférrate siempre a la faceta más optimista de la duda".
¿Qué, comprendes mi desolación? ¿Tengo o no tengo motivos para sentirme cada vez más desprotegido? Si bien, debo confesar, creo que me encuentro en el lado optimista de mis dudas.
http://www.levante-emv.com/cultura/2010/03/22/cuidado-ninos-tiran-petardos/689622.html

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