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viernes, 22 de enero de 2010

A propósito de la película Kramer contra Kramer


Publicado en CineJosep Marí Chiral por bostezocritico 


Que desde que empezaron los movimientos en favor de la igualdad entre hombres y mujeres hemos vivido un cambio sustancial en este ámbito, eso no podemos negarlo. Desde entonces, las mujeres casi han equiparado sus derechos con los de los hombres y el resultado se puede observar en el día a día. No obstante, todavía queda mucho por hacer, como se suele decir: salarios por debajo de los de los hombres, dificultades para conciliar su vida laboral con la familiar, y un largo etcétera.
De la misma forma, aunque en menor medida, en ocasiones los hombres observan como en determinadas cuestiones sus derechos están por debajo de los de las mujeres porque, como suele decirse, el hecho de que avance el tiempo no significa que las cosas mejoren y cambien solas, como por ciencia infusa.
Este es el caso del tema que trata la película Kramer contra Kramer, del director Robert Benton, e interpretada por Dustin Hoffman y Meryl Streep. En su día, causó impacto porque no era habitual tratar en un film el asunto de la custodia paterna. Y parece mentira cómo, treinta años después de su estreno, sigue estando de plena actualidad. Rara es la vez que un padre consigue la custodia de sus vástagos si no es por una clara imposibilidad de la madre para hacerse cargo de ellos. Este hecho ha generado gran cantidad de asociaciones que luchan por la custodia compartida, para lograr un trato de igualdad en este sentido por parte de la justicia.
Como dicen ellos, ¿por qué se presupone que los niños estarán mejor con la madre? ¿Hay algún gen que determine que las mujeres están mejor preparadas para criar y cuidar a sus hijos? Nos encontramos aquí con un problema de costumbres. Hasta hace bien poco, lo habitual era que la mujer se encargase de esta función, sacrificando en no pocas ocasiones su carrera profesional por sacar adelante a sus hijos.
¿Significa esto que las custodias tengan que ser obligatoriamente para los padres? No. ¿O que tengan que ser siempre compartidas? Tampoco. Lo que promueven estos colectivos es un trato igualitario para los padres y para las madres, es decir, que no solo pese en el juez el hecho de que sea madre, sino que se tengan en cuenta otros aspectos como la capacidad para saber  educar.
En definitiva, en los cambios y reivindicaciones tanto del feminismo como del masculinismo debe primar el sentido común, solo así conseguiremos un mundo más justo, igualitario y con leyes  útiles para todos, sin discriminaciones y donde el principal objetivo sea construir una sociedad donde todos nos sintamos bien, esto es, la tan nombrada sociedad del bienestar.
Este sentido común es el que muestra la madre de la película al final de la historia, cuando, arrepentida por todo el revuelo que ella misma ha generado, reconoce que lo mejor es que el niño se quede con el padre, pues ha demostrado poder encargarse de él de manera solvente, con criterio y, sobre todo, con cariño. ¿No es esa la manera de criar a un hijo?
No se trata de conseguir derechos por simplemente tenerlos. ¿De qué sirve poder hacer algo legalmente si con ello estamos perjudicando a otras personas e, indirectamente, a uno mismo? Cuando actuamos debemos tener presentes no solo las ventajas sino también los inconvenientes que pueden conllevar ciertas decisiones porque, como ocurre en el caso de las custodias, quienes acaban pagándolo son los niños. Y ellos no tienen culpa de nada.

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